Speaker 1: Ha sido difícil porque uno sabe las pérdidas que ha habido de seres humanos en las luchas, en la calle, en Venezuela.
Speaker 2: Escritora, periodista y analista Mireya Tawas es una de los 8 millones de venezolanos y venezolanas que en la última década se han visto obligados o han decidido salir de su país.
Speaker 1: Todo lo que ha significado para mucha gente estas separaciones familiares, hijos a los que se les han muerto los padres y no han podido ir al velorio, es una situación que tiene muchas aristas.
Speaker 2: Mireya defiende con su pluma el derecho a soñar, a imaginar y a crear otros mundos posibles.
Speaker 1: Lo que quiero es ir en la defensa de la imaginación. Que la imaginación no es... es un extra, que la imaginación es parte de nosotros y que la imaginación es necesaria.
Speaker 2: Para hablar de qué significa hoy la venezolanidad, la fantasía y el amor por las letras como tabla de salvación, desde Chile, Mireya Tawas en Fuerza Latina. Fuerza Latina, escena 1, toma 1, Mireya Tawas. Y este programa empieza... Es así, escribo ficción y no ficción, escribo para niños, para jóvenes, para adultos, escribo para los otros y para mí. Escribo como trabajo y como goce, escribo para que me amen y para amar, escribo porque no sé hacer nada más, escribo y enseño a escribir. Mireya Tawas, escritora y periodista venezolana, qué gusto tenerte hoy en Fuerza Latina. Muchísimas gracias, Natalia. Pero vamos a empezar desde el principio, porque leyendo tus libros inicialmente, los libros para niños, me preguntaba tu propia niñez, cómo habías ido, dónde creciste, qué hacían tus padres.
Speaker 1: Yo crecí con unos papás viejos. Mi papá tenía 64 años cuando yo nací, mi mamá 45, mi mamá una migrante española en Venezuela, llega a trabajar en una casa de familia, se enamora del señor de la fuerza, de la familia, me tienen a mí, el señor de la familia tenía hijos de 30, 30 y tantos años y bueno, él se enamoró de tener una niña a esa edad mayor, aunque nunca vivió con nosotras siempre, estuvo pendiente de nosotras y ayudó a mi mamá pues a que yo tuviera, estuviera en un buen colegio, tuviera todo, pero prácticamente yo viví sola con mi mamá en un apartamentico de 27 metros cuadrados, donde yo hacía mi mundo, donde yo conocía a mi mamá. Yo construía ahí mis castillos y mis sueños. Aunque mis papás ni mi mamá fueron profesionales, porque bueno, eran otros tiempos, a los dos les gustaba leer y a mi mamá le gustaba mucho inventar mi historia antes de dormir, cosa, tradición que yo seguí con mis hijos, porque me parece una manera de conectar preciosa la invención de historia antes de dormir. Mire, ya le llené.
Speaker 2: Viendo tus libros de literatura infantil y viendo esa capacidad que tienes para imaginar, pensar, sentir y expresarte como niño, como niña, tengo que preguntarte, ¿tú crees que ahí interiormente algún día creciste o sigues siendo esa chiquita?
Speaker 1: Yo creo que no crecí, ese es un problema también, así yo me siento muy bien con eso, pero cuando me toca... la responsabilidad de pagar la luz, el gas, ahí digo, ¿para qué?, ¿por qué no seguí en mi cuerpo de niña?, porque la mente de niña nadie se la crea a uno. ¿Y cómo comenzaste a escribir?
Speaker 2: ¿Fue esa soledad de hija única que fue lo que te impulsó a poner en papel toda esa
Speaker 1: imaginación? Desde muy niña, así yo empecé a leer y a gustarme los cuentos. Más adelante las novelas, así poco a poco, muy conectada sobre todo con la narrativa. Y yo me di cuenta que ese era mi lenguaje, así yo no era una niña, yo era una niña tímida, yo sentía que yo no era una niña bonita, aunque a lo mejor ven las fotos y dices, como esa niña no se sentía bonita, pero no me sentía bonita, no sabía bailar, eso fue un problema en mi adolescencia, no había estas alturas, no sé bailar. Y yo digo que yo escribo porque no sé bailar. Si supiera bailar, no sé bailar. Y yo digo que yo escribo porque no sé bailar. Si supiera bailar salsa no haría más nada, me dedicaría a eso.
Speaker 2: Pero tú danzas perfectamente, o tus palabras danzan perfectamente en la narrativa infantil. Tú inicias este encuentro con la palabra desde el periodismo.
Speaker 1: ¿Por qué el periodismo? En realidad son ambas, a la vez paralelas. Yo tengo escribiendo literatura infantil desde los años 90, más o menos paralelo con el nacimiento de mis hijos. Pero mi primer libro, de hecho, que fue Gato encerrado en Venezuela, fue un boom.
Speaker 2: Sí, una historia bellísima de un niño que tiene una mascota secreta que después se le pierde. Bueno, y en su interacción con esa mascota, el niño empieza a descubrir que quiere ser pintor, quiere también ser espía, para poder de alguna manera volver a encontrar a su gato que está encerrado. Otro libro maravilloso de tu autoría es Cuentos prohibidos por la abuela. Ahí hay un cuento particular que me llamó mucho la atención. Se llama Hay un monstruo horrible en mi cuarto. Y si me lo permites, voy a leer un muy corto fragmento. Me desperté y la luz del bombillo iba y venía intermitentemente. Seguro que son vampiros chupasangre de niños que viven en el techo. No me atrevo a mirar para arriba, pero seguro que ellos están ahí comiéndose la luz. Antes de venir a comerme a mí, salí corriendo para el cuarto de mis papás. Mi mamá me dio un montón de besitos. Mi papá me dijo, cobarde y mujercita, y que pronto me va a salir barba mientras yo sigo actuando como un bebecito. Mireia, hay un mensaje muy profundo sobre la feminidad y la maternidad y la masculinidad. ¿Qué tratabas de decirnos?
Speaker 1: En este cuento, como en algunos de esos cuentos prohibidos por la abuela, primero que trató temas que de alguna manera se consideran, muchos consideran que no son para la literatura infantil. En ese mismo libro hay un niño que quiere poner una bomba, porque tiene una situación familiar difícil y él dice que quiere acabar con todo. Después se retrae de sus palabras y aprende. A ver, no son cuentos didácticos. En ningún momento se busca que el niño tenga una lección con los cuentos. Se busca entrar en el universo complejo de los niños. Mucha gente tiene a los niños metidos como en una copa de cristal, creyendo que los niños no entienden los problemas del mundo. Los problemas de la casa, los problemas de la escuela, los grandes temas de alguna manera filosóficos. Y los niños están ahí. Son seres humanos que entienden y palpan el tema de la muerte, que palpan el tema... del dolor, de la separación, de los padres. Todos esos temas están en ellos y son capaces de comprenderlo. Me encanta caminar por los pasillos tomada de la mano de mamá. Ay, tú cuando andes en los pasillos con tu mamá. Solo quiero pararme en la juguetería y heladería. Mmm, mira al lado, mmm. Soy muy feliz, soy muy feliz. Aplaudir, aplaudir. Bien. Muy bien, muy bien.
Speaker 2: Mireia, y vuelvo a tu niñez, porque avanzando en tu literatura se me vienen preguntas a la cabeza. Por ejemplo, ¿cómo fue esa Venezuela en la que creciste, la que te acogió para que desarrollaras toda esa creatividad?
Speaker 1: Yo crecí en una urbanización, en un barrio. En Caracas, que tenía una particularidad, que era un barrio donde había mucho migrante. Entonces, los vecinitos eran hijos de portugueses, hijos de españoles, de árabes. Eso fue como una primera migración de italianos. Y después, posteriormente, cuando yo tenía unos ocho años, empezaron a venir los hijos de colombianos, de chilenos, de argentinos. Entonces, eso fue un ambiente en el que yo me rodeé, en el que estaba esa diversidad. Yo estudié en un colegio en Caracas por mi papá, porque mi papá quería la mejor educación, un colegio de alguna manera de élite, pero un muy buen colegio, un colegio musical, además, y que le daba mucho valor a la cultura. Pero mi mamá me llevaba todos los sábados a una playa muy popular, y ella quería que yo estuviera con los niños de alguna manera de extractos más bajos. Yo no era extracto alto para nada, yo estaba en un colegio de extracto alto, pero yo más bien era clase media-baja, muy sencilla. Pero mi mamá además quería que yo viera esa otra realidad, que el mundo era mucho más amplio que ese colegio. Entonces, eso me ha ayudado mucho a mí en mi vida, y me ha ayudado mucho a mí también en la profesión que elegí, que es el periodismo.
Speaker 2: Y me pregunto si tú te enamorabas como se enamoraba esa niña en tu libro que se llama Asaltacunas y plancharrugas. Y para que la audiencia me entienda, voy a leer otro corto fragmento. Quisiera decirle que me gusta, es bello. Su pelo rubio casi no se le ve. Segurito que su mamá lo obliga a cortarse el cabello con afeitadora. Su cabeza debe pinchar como un puerco spin. Es blanquísimo y se pone rojo si va a la playa, y también se pone rojo si alguien le dice cosas como para ponerse rojo. Como la vez aquella que Julián le preguntó si había visto una mujer desnuda de las que salen en las revistas de mujeres desnudas.
Speaker 1: ¿Así te enamorabas? Mira, Natalia, yo me enamoraba, yo te diría que cada cinco minutos. Así, yo tenía un amor de mi vida cada dos páginas de mi diario. Yo tengo diarios de esa época, de hecho los tengo conmigo. Y en una página decía mi amor, lo amo, y palabras enormes y corazones. Y después dos más allá era otro. Y sí, sí, me enamoré de muchos platónicamente. Entonces empezamos. A mi mamá le gusta el azul, a mi papá le gusta el rojo. Hoy me sentaron frente a ellos y me preguntaron cuál de los colores me gusta más. Ay, qué problema ese. ¿Ustedes qué harían? ¿Ustedes qué dirían, que les gusta el azul o que les gusta el rojo? Si los papás les preguntan. Que escojan uno de los dos. El rojo.
Speaker 3: Azul. Yo diría el azul. ¿Los dos? Yo diría el rojo.
Speaker 1: Yo diría el azul.
Speaker 3: A mí me gusta el rojo. Ajá. Yo diría el azul.
Speaker 2: Azul.
Speaker 3: Mira, mira.
Speaker 2: En el 2014 publicas Azul y Rojo. La ilustración es interesantísima, el texto también. Y me pregunto si tú crees que la ilustración viene a complementar tus textos. O si está ahí para aportar una lectura diferente.
Speaker 1: Yo cuando escribí la historia no pensé que se iba a hacer de alguna manera con puras figuras geométricas. No me la imaginé así, pero creo que es la ilustración perfecta para ese relato. Porque además ese es un relato que es muy simbólico. Es un relato que se puede leer de una forma muy literal, muy sencilla para niños. O sea, un poco para hablarles de las diferencias de criterios. Es una mamá que ama el azul, un papá que ama el rojo. Y ambos se pelean por cuál es el color mejor. Hasta que le piden al niño que elija. Y decide por este color.
Speaker 3: Por el morado. ¡Qué reacciones. ¿Y por qué? Porque él dice que mi color favorito. Que mi color favorito es el morado.
Speaker 1: Porque tiene el azul de mi mamá y el rojo de papá. Ese cuento, desde esa sencillez, habla de la polarización. Y puede tener con unas razones políticas evidentes en mi país. Que además se utilizó muchísimo desde preescolares hasta grupos de adultos. Que necesitaban expresar lo que estaban viviendo. En ese momento. Sobre el tema de las diferencias. Pero no solo en mi país. Ese es un cuento que compraron otros países para publicarlo en otros idiomas. Está en Brasil y está en Grecia. En sociedades donde hay el tema de la polarización.
Speaker 2: Mireia, estuviste 10 años sin publicar después de publicar Azul y Rojo. Cuéntame si eso de alguna manera nos permite leer en el silencio. Lo difícil que es la migración.
Speaker 1: Yo creo que la migración es un proceso complejo. Más una migración como la nuestra. La venezolana es una migración que no es una migración económica. Es una migración por situaciones humanitarias. En mi caso, yo llego a Chile porque yo estaba buscando un lugar donde irme. Conseguí una beca para ser un magíster en Chile. Yo soy una privilegiada en eso. Porque la mayoría han tenido un camino mucho más complejo. Pero a mí me tocó trabajar mucho. Sobre todo como profesora universitaria. Y me costó mucho conectar con editoriales y con el mundo editorial chileno. Sin embargo, durante la pandemia yo compensé eso. Haciendo unas publicaciones liberadas en internet. Que se llamó Cuentos sin Corona. Algunos de esos cuentos eran cuentos que ya existían. Que estaban publicados, habían sido publicados por editoriales. Y otros no. Otros fueron cuentos hechos para el momento.
Speaker 2: En alguna entrevista que leí decías que hay muchas cosas que se rompen en el alma cuando a una persona le toca migrar. ¿En ti qué se rompió y qué lección dejó?
Speaker 1: En primer lugar, yo creo que una de las razones de mi migración. No fue sólo, entre comillas, salvarme yo. Sino salvar a mis hijos. La situación de Venezuela estaba difícil. Yo trabajaba en un medio de oposición. Haciendo periodismo de investigación, crónicas, perfiles. No necesariamente político. Pero sí metiéndole el dedo en la llaga a algunos temas importantes. Y mis hijos eran estudiantes universitarios. La distancia obviamente duele. Y me ha dolido muchísimo. Porque, bueno, de alguna manera yo en Venezuela estaba haciendo muchas cosas que para mí eran muy importantes. Yo era profesora de la Universidad Central de Venezuela. Periodista nacional. Tenía una carrera literaria reconocida. No sólo en Venezuela, sino internacionalmente. Pero desde Venezuela y como venezolana. Y yo llegué aquí y eso se estancó. Nada de eso pasó. Pero a la vez me ha servido para mirar esa identidad nuestra. Desde la distancia. Y eso me ha llevado a un montón de reflexiones. Y también a escritura. Y a partir de eso he empezado a escribir. Ya no estamos hablando de literatura infantil. Sino más bien textos relacionados con la venezolanidad. Que funcionan para todo público también.
Speaker 2: En unos minutos vamos a hablar de Guayabo. Sin duda. Pero antes, Mireia, tenemos que hablar de En la calle. La cabeza de Tomás. Un libro muy premiado, muy reconocido. Tomás es un niño que cuenta todos los lunes en el colegio que le suceden unas historias fantasiosas. Danza, con sirenas, escala, castillos. Cuéntame tú por qué crees que los adultos no le creen a Tomás.
Speaker 1: Esa historia de la cabeza de Tomás proviene de una historia real. Yo no conocía a ese Tomás. Pero mi hija fue a un colegio. Me ayudaron a una profesora. Y me venía a contar siempre las historias de Tomás. Que había un niño que mientras todos los niños de alguna manera los fines de semana hacían cosas normales. Por decir, con su familia. Este niño viajaba a Marte o peleaba con un ogro en un castillo. Y lo decía de lo más normal. Entonces muchos adultos han perdido su conexión con la infancia. Y con las capacidades que tienen la infancia de imaginar. Este se llama la cabeza de Tomás. ¿Qué hiciste Tomás? Bueno, fui a la playa. Pero yo fui manejando. Entonces llegamos a la playa y con el auto nos metimos dentro del mar. Estaba fría el agua. Entonces vino un tiburón que nos quería comer. Pero yo saqué mi máquina de hacer cosquillas. Y el tiburón se echó a reír y se convirtió en una zanahoria.
Speaker 2: ¿Qué quieres tú decirle a los lectores? Contando estas historias y mostrando además también, digamos, esa posibilidad de que la fantasía vaya de la mano con la realidad.
Speaker 1: Lo que quiero es ir en la defensa de la imaginación. De la imaginación no solamente infantil, sino de la imaginación en general. Así que de que la imaginación no es un extra. Que la imaginación es parte de nosotros. Y que la imaginación es necesaria. Y que la imaginación tiene un valor, además. Hola, estamos en el consulado de Venezuela, en Chile. Mi nombre es Mireia Tagua. Soy editora de Guayabo.
Speaker 3: Como vemos, hay un montón de venezolanos esperando para votar. Algunos se han votado.
Speaker 2: Algunos están frustrados porque no han aparecido en la mesa. Quiero ahora que hablemos de Guayabo. Porque de alguna manera es tu faceta adulta. Para ti, ¿qué es el Guayabo?
Speaker 1: Como te dije, yo trabajé como periodista muchos años. En Venezuela. Llegué a Chile. Empecé a trabajar como profesora universitaria. Y un día recibo la invitación para llevar a cabo un boletín para los migrantes venezolanos en el mundo. Me lo pide un medio venezolano. Y eso a mí me sorprendió. Porque de verdad yo pensaba que yo no existía allá. Yo era invisible en todos lados. En Venezuela. Y yo me suscribí feliz a mi vida familiar. A mi vida privada. Y bueno, uno se reinventa. Yo me reinventé. Entonces cuando a mí me ofrecen esto. Yo nunca había hecho un newsletter. Un boletín que llega por correo electrónico. Y me dijeron, tú eres libre. Pero me dijeron, bueno, una de las cosas que tiene esto es que es como si tú le mandaras una carta a alguien. Para mí fue tan sabroso. Y que yo tuviera esa libertad de qué voy a hacer. Y yo dije, bueno, independientemente de que necesitamos hablar de política. Necesitamos hablar de temas duros. También los migrantes necesitamos hablar de quiénes somos. De nuestra comida. De nuestros gustos. De nuestra nostalgia. Guayabo es sinónimo de nostalgia en Venezuela. Y nosotros definimos la nostalgia no como una nostalgia de echarse a llorar. Sino una nostalgia que te hace crecer también. Entonces Guayabo tiene ese lenguaje. Ese lenguaje que te habla de venezolanidad. Que te habla de nuestros logros. Y que te hablan de nuestros temores también. De nuestros dolores. Que todos esos sentimientos que se nos juntan a todo. He hablado desde la xenofobia hasta tema ligero. ¿Cuántas frases de mamá se te quedaron pegadas? Cuento tres y llevo dos. Te voy a dar un chancletazo. A que yo lo consigo. En la casa hablamos. Eres igualito a tu papá. Cuando yo llegué, eran tan pocos los venezolanos que llegaban. Y eran sobre todo venezolanos, si se quiere, profesionales. Jóvenes profesionales la mayoría. Que estaba muy bien visto un venezolano. Que tú dijeras que eras venezolano, todo el mundo te abría las puertas. Todo eso fue cambiando un poco con la migración más masiva. Por la migración por tierra. Donde también empezó a llegar gente con muchas más necesidades. Y junto con la gente que fueron, era la gente que estaba más afectada. Además, gente con hambre. Gente que la había pasado duro. Que estaba tratando de salvar. Y para eso se estaban buscando otro lugar donde vivir. También vino la delincuencia. Que en menor medida. Eso ya se ha sacado por porcentaje. Que la cantidad de personas que tienen de mala conducta. Es ínfimo en relación con la totalidad de la migración. Sin embargo, los medios de comunicación han hecho énfasis en esta migración negativa. Y en estos momentos, decir que eres venezolano en Chile está muy mal visto. No es una migración económica. No es una migración que ha sido fácil. Mucha gente es migrante en contra de sí misma. Quisiera estar en su país y no puedo estar. Una migración que ha separado familias enteras. Y es un tema muy difícil. Y que todavía siento que en muchos de nuestros países, entre ellos Chile, no se entiende.
Speaker 2: Si tuvieras que explicarle a Tomás. Ese niño lleno de imaginación. Con ese universo mental absolutamente fantástico. ¿Qué está pasando hoy en Venezuela? ¿Tú qué le dirías?
Speaker 1: Ay, qué pregunta tan difícil. Yo le podría decir a Tomás. Que hay un castillo. Que es un castillo hermosísimo, el castillo. Pero que tiene unas rejas. Y esas rejas son difíciles de abrir. Para traspasar esas rejas, o tras traspasar esas rejas, puede haber muchos leones, tigres, animales peligrosos. Pero más allá de eso, se va a encontrar con un gran jardín lleno de gente buena.
Speaker 2: De venezolanos y venezolanas que están aportándole mucho a América Latina. De niños y niñas como Tomás. Que a pesar de todo, pueden seguro seguir imaginando un futuro distinto para un país maravilloso. Que nos da escritoras y periodistas como tú, Mireia. Muchísimas gracias por estar hoy en Fuerza Latina. Y gracias por esa fiesta y ese homenaje que en tus libros le haces a la diversidad y a la imaginación.
Speaker 1: Muchas gracias a ti, Natalia. De verdad. Y gracias a todo tu equipo.
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